Democracia, pandemia y tecnología: El voto electrónico como alternativa
- yajipolanco
- 16 jul 2020
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 30 nov 2020

La modernidad trajo consigo avances significativos en materia de tecnologías de la información y comunicación y a ella le debemos ajustes que hoy facilitan nuestra vida diaria y le dan un valor significativo a nuestros procesos que cada vez son más rápidos.
Sin embargo, no todos los avances tecnológicos han logrado permear en cuestiones de nuestra colectividad y justo en tiempos como los actuales donde la pandemia mundial por el COVID 19 nos ha obligado a modificar nuestra vida gregaria y hábitos interpersonales, es justo que analicemos los alcances de los mismos en un tema que, a propósito de la aglomeración de personas y su trascedencia en la sociedad, nos debe preocupar a todas las personas: las elecciones periódicas en nuestros municipios, estados y país.
La recomendación de la comunidad médica y científica tanto nacional como internacional es bastante clara: los estados deben adaptar sus procesos a la “nueva normalidad”, privilegiando el acceso remoto a trámites y servicios y evitando de esa manera la concentración masiva de personas.

Solo así, se considera, se acortarán oportunamente los contagios y se podrá evitar la saturación de los sistemas de salud y asistencia sanitaria.
Ante tal contexto de crisis surge un debate que ha cobrado fuerza en los últimos meses entre las autoridades electorales, pero que se encuentra sobre la mesa desde hace años en la comunidad académica: el voto electrónico. Podría sonar a obviedad su implementación por los beneficios conexos tales como la comodidad, el acceso sin filas y la satisfacción de cumplir una obligación ciudadana sin todo el protocolo que necesariamente implicaría pausar por un tiempo indeterminado nuestras actividades dominicales. Sin embargo, por otro lado están las voces detractoras que cuestionan la seguridad de los sistemas electrónicos empleados y la susceptibilidad a ser intervenidos por actores externos, que no existan garantías para el principio de la secrecía del voto y la falta de certeza ante un panorama que implique un reconteo material.

Con independencia de lo ya mencionado quisiera resumir lo que a mi juicio se estima necesario para comenzar a abordar el presente debate sobre el voto electrónico:
El aspecto legal es indispensable y prioritario, ya que la configuración de nuestro sistema constitucional y normativo implicaría necesariamente reformas legislativas que deberán ser introducidas en el momento procesal oportuno para poder ser aplicadas en el próximo proceso electoral.
El consenso entre fuerzas políticas y sectores de la sociedad debe ser tan amplio como incluyente, desde el análisis hasta su socialización. La fiabilidad de un sistema electoral depende en gran medida de las condiciones sociales y políticas en las cuales un país se circunscribe, pero no menos importante es la tradición democrática constituida en nuestra nación, obviar este punto puede traer consigo tensiones innecesarias.
Finalmente el interés genérico de esta iniciativa debe basarse en algo que a nuestras autoridades electorales les ha costado bastante promover: la participación ciudadana en los procesos electivos. Múltiples son los factores desde los cuales se aborda el abstencionismo electoral, pero uno de los que puede ser determinante es el acceso a los centros de votación.
La implementación tecnológica debe promover que el derecho al sufragio universal se garantice a todas las personas y con mucha mayor razón a sectores de la población históricamente rezagados: mujeres, personas con discapacidad, pueblos y comunidades indígenas, personas adultas mayores, entre otros.

El contexto pandémico nos está obligando a redefinir procesos que hasta hace unos meses eran incuestionables, pero que bajo estas circunstancias demuestran las grandes áreas de oportunidad existentes.
Sin lugar a dudas el ingenio de la mente humana y su capacidad de consenso son tan amplias como nuestra misma historia moderna nos lo demuestra. La tendencia es ir adelante y que en ese camino, nadie se quede atrás.
Por: Andrés Ortiz Sosa

Excelente nota Lic. Andres, pero considero que la urna electronica no evitaria las aglomeraciones y largas filas de votantes. Pienso que quizas funcione mejor el voto postal, teniendo una fecha limite para su envio y remision; para luego hacer un conteo rapido por una mesa de funcionarios el dia de la eleccion, y la posterior sesion de computo en el consejo electoral correspondiente.